11 agosto 2012
Etapa :Puente la reina - Estella. Salida a las 5.30 - Llegada a las 11,30. Km. recorridos hoy: 23,1. Km totales: 88.84
El despertador suena a las 5. Nos cuesta un montón
levantarnos. Nuestros cuerpos se quejan, nos duele todo y somos incapaces de
callarlo.
A las 5,30 abandonamos el hotel, las calles de Puente la
Reina están vacías, encontramos a dos peregrinas que han madrugado como
nosotros. Van en silencio, solo nos intercambiamos el saludo habitual: “buen
camino”. Es de noche, estamos
somnolientos , así que atravesamos el
famoso puente, como si se tratase de la rutina más habitual. Ninguna ganas de
pararnos para fotos, así que caminamos y caminamos en silencio.
El día está un poco nublado y nosotros contentos por ver el
cielo gris. Sentimos pánico a que Don Lorenzo vuelva a castigarnos con sus
rayos , llevamos un ritmo rápido y empezamos a cruzarnos con varios
peregrinos. Vemos en varios de ellos,
gestos de dolor, otros compañeros, masajean sus piernas y realizan
estiramientos. Es la nota del día, no son uno ni dos, sino varios, los que
encontramos con un rostro compungido. Hay pocas ganas de hablar, el silencio
acompaña a todos los que nos encontramos.
Al llegar a Cirauqui (casi 9 km desde Puente la Reina)
Alicia, me comenta de que le duele un dedo, así que cuando encontramos un sitio
para pararnos, le hago que se descalce para mirárselo. ¡Lo que sospechaba!
Aparece la primera ampolla. Es grande y tiene un color blanquecino. Me toca
poner en práctica lo aprendido. Aplico betadine, ¡escueeeeeece!... , paso una aguja con hilo esterilizada y atravieso la ampolla para que drene. Le pongo
una pequeña venda y reiniciamos el camino. Me da una pena enorme, ver que es
ella la lesionada. No se queja, aguanta el dolor. Puede seguir caminando.
Al pasar Lorca (14 kms desde Puente la reina) se nos hace
muy dura la etapa. El sol vuelve a salir y el calor nos acosa de nuevo. Voy
pendiente de la ampolla de Alicia, quien sigue sin quejarse, aunque muestra su
dolor cuando le pregunto. Es una ocasión propicia, para hablarle del
sufrimiento en este mundo, de la gente que cada día tiene que luchar para
aceptarlo y ofrecerlo. Le animo a que ofrezca la jornada por alguna intención.
Quedan 4 kms para Estella, pasamos por Villatuerta, llevamos
19 kms andados, y estamos que no podemos más. No somos los únicos. Oímos
comentarios de otros peregrinos, que reflejan el cansancio acumulado. Las
mochilas nos resultan muy pesadas Dan ganas de abandonarlas en el camino… Vemos
un letrero avisándonos de que quedan 2 kilómetros para Estella y creo que son
los más largos de nuestra vida. Se nos hacen eternos. Parece que
el municipio de Estella , ha desaparecido.
Cuando entramos en el pueblo, encontramos un parque con césped; todos los peregrinos
que llegamos, nos lanzamos a tierra bajo la sombra de los árboles. No
queremos pensar, solo descansar.
Decidimos ir a un hostal. No nos encontramos muy bien, y preferimos
reposar en un lugar tranquilo. Vamos a la oficina de turismo y nos aconsejan
uno económico, pero hay que andar un tramo de casi un kilómetro. Alicia se
desmorona, me dice que cojamos un taxi. Yo le animo, ante la belleza de las
calles de Estella, así que distrayéndole con preguntas, llegamos a nuestro
destino, casi arrastrándonos por el suelo...
El Hostal resulta ser un piso, donde se alquilan
habitaciones. No está mal, pero el dueño nos dice que no abramos las persianas,
porque sino el sol calienta la habitación. No hay aire acondicionado, sino un
ventilador ruidoso. Es decepcionante,
pero el cansancio acepta lo que sea.
Nos duchamos y reviso la ampolla de Alicia. Nueva sorpresa :
Le ha salido otra. Me encantaría consolarla, y que fuera yo el que las tuviese,
pero … le ha tocado a ella.
La verdad es que le reproché no haber seguido mis
indicaciones. Cada mañana, antes de salir, yo seguía el ritual de cuidar los pies, tal como había leído en mi preparación del
camino. Me untaba con abundante vaselina cada uno de los dedos y los hidrataba
a menudo. Ella descuidó esa tarea y zas… ampollas a la vista.
Decidimos ir a comer a un bar, pedimos consejo al hostalero
y nos aconseja uno. El sol pica
fuertemente. Son las dos de la tarde y vemos como a esas horas van llegando
peregrinos. Me aterroriza verlos como llegan. Capto perfectamente como deben
sentirse.
Mientras buscamos el bar aconsejado, noto un dolor en el
metatarso del pie izquierdo. Cada vez es más intenso y me hace caminar
cojeando. Pienso que es algún mal gesto que se pasará con el descanso.
(continuará)
AH...Los hijos...
ResponderEliminarMe encanta participar de vuestra aventura Angelo. Me emociona la foto que abre este pots la carita de la niña lo dice todo. Luego el papá lo cuenta de maravilla.
un beso.
Y a mí me encanta como nos lo cuentas Angelo, qué pena que no pudísteis hacerlo entero porque hubiera sido para hacer un libro y yo lo hubiera comprado, pero no desistas otra vez será, un saludito.
ResponderEliminarGracias,por estas experiencias de vida, que ella sea frutos de gracias para usted y de vida profunda con Cristo, gracias.
ResponderEliminarSí que es duro, sí... Sois unos ¡valientes! Tomaremos nota sobre lo que dices de untar los dedos con vaselina.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Sigo acompañando y disfrutando vuestro testimonio con mucho interés!
ResponderEliminarUn abrazo!
Me estás haciendo dudar...
ResponderEliminarTeneis mi total y adsoluta admiración.
ResponderEliminarUn cariñoso saludo.