24/9/12

3ª etapa


10 agosto 2012
Etapa :Pamplona-Puente la reina. Salida a las 6.30 - Llegada a las 14,30. Km. recorridos hoy: 23,6. Km totales: 65.74

Casi imposible dormir en el Hemingway. Toda la noche han estado levantándose otros peregrinos, que si al lavabo, que si comer algo, que si unas risas por aquí, unas palabras por allá… Yo no he dormido y Alicia dice que se ha despertado muchas veces.

Nos levantamos a las 6 y notamos que el día amanece caluroso, desayunamos un poco en el albergue y salimos dirección Puente la reina. Dentro de la ciudad, nos despistamos y no encontramos la flecha amarilla que indica el camino, así que decidimos volver para atrás. Tras quince minutos perdidos, por fin encontramos la ruta. ¡Sienta a cuernos caminar, cuando no es por el sitio adecuado!

Volvemos a encontrarnos con nuestros amigos catalanes, iremos juntos , las tres horas siguientes, se nos une una familia de Madrid. A mí me da la impresión de que el ritmo que llevamos es muy fuerte, y empiezo a dudar de mis posibilidades de continuar con ellos. Pasamos por delante de la universidad de Pamplona, ello hace que mi amigo y yo, recordemos nuestra etapa estudiantil, y de ahí un recorrido por nuestras vidas . El intercambio de experiencias, ha sido muy enriquecedor. Tocamos varios temas. La fe, el vacío de esta sociedad, los valores, los hijos, el trabajo… Me he sentido muy bien con este rato de conversación, no me he centrado para nada en el caminar, pero el cansancio empieza a asomar.


A las tres horas de caminata, paramos a comer fruta, galletas, chocolate… son las 10 de la mañana y ya hace mucho calor. Hoy no sé que pasa, pero veo muchísimos peregrinos, prácticamente vamos todos juntos. Las caras empiezan a ser familiares.

Veo a  a cuatro niños de unos once o doce años que acompañan a sus padres. A mi me parece que es un palizón para esa edad, pero a lo mejor es un día de excursión, porque sus mochilas son muy pequeñas.

Sabemos por la prensa que hoy es un día de los mas calurosos, los termómetros marcan 40 grados. Necesitamos beber continuamente, yo lo hago cada quince minutos.


El sol pica fuertemente, las subidas se hacen muy dificultosas. Tengo que pararme frecuentemente. Me falta el aliento en algunos tramos. La sed se apodera de mí, y necesito beber cada vez más. Las fuentes que encontramos son verdaderos oasis, donde nos zambullimos casi por completo. De cintura para arriba, nos empapamos… En pocos minutos, estamos secos. Noto que para la cantidad de agua que llevo ingerida, no orino y empiezo a preocuparme, he notado mareos y naúseas en algunos tramos. No digo nada a Alicia, pero nota que me pasa algo.

La subida al Alto del Perdón se me hace interminable. Siento la tentación de tirarme al suelo y quedarme allí un tiempo indefinido. Los peregrinos que pasamos o nos pasan, también muestra claros signos de cansancio. El silencio, domina el ambiente, a pesar de ser muchos los que ese día caminamos juntos. Empiezo a sentir escalofríos y las náuseas aumentan. La sed es insaciable. Llevo la cantimplora en la mano y no paro de beber. Desde que salí de Pamplona, he bebido cuatro litros y aún no he orinado. De repente noto un dolor de cabeza muy fuerte, unas enormes ganas de vomitar . Me asusto. Se lo digo a Alicia, que muestra su preocupación, pero apenas quedan unos metros para llegar al Alto del perdón. Hago un último esfuerzo y sigo caminando con mucha dificultad. ¡Por fin llegamos! Encontramos a muchos peregrinos haciéndose fotos, junto a las figuras de bronce que se encuentran en la cima. Paramos a descansar, refrescarnos, comer,… noto que empiezo a recuperarme y a sentirme mejor.


Entablo conversación con unos italianos. Me comentan que la bajada que nos espera es peor que la subida, yo pienso que bajar me resultará más fácil.

Tras veinte minutos de descanso continuamos. Y efectivamente, la bajada está castigando a nuestras piernas. El terreno es muy pedregoso, por lo que tenemos que ir con cuidado. Gracias a los bastones, yo lo llevo bastante bien. El señor de la familia de Madrid que nos encontramos, empieza a tener la rodilla inflamada. Le ha salido un bulto del tamaño de una pelota de tenis, y empieza a quejarse de dolor, dice que la bajada lo está matando.


Llegamos a Uterga, vemos a un montón de peregrinos tirados por el suelo en un campo lleno de césped, sin calzado. Cola en la fuente, para refrescarse los pies y la cabeza. Un señora mayor, gritando “si hay entre los peregrinos un podólogo que le de un masaje en los pies”. ¡Como para decir que sí, si lo había!.. seguro que se lo comen. Compramos una coca cola para subir un poco la tensión, creo que nos falta azúcar.


El grupo de italianos, va acompañado por un autocar. Traen a su cocinero quien ya les ha preparado un plato de pasta. Ellos se quedan a comer en ese lugar. El resto seguimos hacia Puente La Reina. Los cuatro kilómetros más duros para mí, hasta el día de hoy. No hay sombra, hemos visto 41 grados en el termómetro y la mochila pesa mucho. Se hacen eternos. Alicia está agotada. No tenemos fuerzas ni para hablar.


Divisamos Puente La Reina, y recuperamos un poco de aliento. Yo no me encuento bien. Algo me pasa. Tiemblo por los escalofríos, las naúseas han vuelto y estoy muy rojo. Por fin llegamos al albergue.¡Hemos tardado ocho horas! Está a tope, así que nos vamos al hotel. No tengo más fuerzas, necesito desprenderme de la mochila y la tiro al suelo. La arrastro hasta recepción y al llegar, zas…. Me tiro al suelo. La recepcionista se asusta, me traen un vaso de agua. Alicia no sabe que hacer y muestra cara de preocupación. La tranquilizan. Me dicen que estoy deshidratado, y les cuento que llevo cinco litros bebidos. Me invitan a descansar un rato. Vuelvo a recobrar la normalidad. (continuará)


19/9/12

2ª Etapa


9 agosto-2012

Etapa :Zubiri- Pamplona. Salida a las 7.45- Llegada a las 13.10. Km. recorridos hoy: 21. Km totales: 42.14

Hemos dormido profundamente, aunque nos hemos quejado los dos, de que las agujetas, no han dejado de molestarnos durante el descanso nocturno.

Como la etapa de hoy,  tiene un par de kilómetros menos, decidimos levantarnos un poco más tarde. Al salir a la calle compruebo que no hemos sido los únicos que atrasaron su despertador.

Al salir del hostal, nos encontramos de nuevo con los amigos del día anterior. Antes de emprender la marcha, compramos algunos víveres para el camino. Ellos se quedan un rato más. Alicia y yo reanudamos el camino.


Ofrecemos el día a Dios, pedimos la intercesión de María, y los ángeles custodios, y guardamos un buen rato de silencio. El paisaje es precioso. El bosque dominado por robles , pinos y boj, hace que sea agradable atravesarlos. Nos pasan muchas bicicletas en esta etapa, llevan un ritmo que me admira.

Al llegar a Irotz, (11 km. Desde Zubiri), encontramos a un vecino del pueblo, sentado en el portal de su casa, que nos ofrece su bota de vino, para refrescarnos. La acepto con gusto, aunque tengo que advertirle que Alicia es menor, porque no deja de insistir, en que ella también se anime. Me ha encantado este detalle de hospitalidad. Mi hija se queda gratamente sorprendida, y me lo hace saber.

Noto que llevamos un ritmo más rápido, vamos adelantando a bastantes peregrinos que han salido antes que nosotros.  Alicia, se queja de las agujetas en las piernas. Yo no las noto, pero el calor empieza a querer acompañarnos.


Solemos parar cada dos horas, unos 10 minutos, para comer y beber alguna cosa. Aunque apetece mucho, no volver a levantarse, y quedarse tumbado un buen rato. Hay que hacerse violencia y volver a cargar con una mochila, que empieza a ser una pesadilla para nosotros. Yo llevo casi 9 kilos encima y Alicia unos 7 . 

Bebemos agua sin parar. Hay que hacerlo aunque no se tenga sed. Me dice un peregrino experto, que si no se bebe, el cuerpo acude a buscar líquido a los tendones y de ahí, que las tendinitis aparezca frecuentemente entre los peregrinos. Así que  tengo en cuenta su  consejo.

Veo a varias chicas jóvenes que hacen la peregrinación a solas, y me llama profundamente la atención. Lo mismo, que las cinco personas mayores , que a su ritmo siguen la misma senda que nosotros. Son extranjeras, inglesas y francesas. Me encanta cuando pasamos y con una sonrisa dulcísima nos dicen en español, con su acento natal : “Buen Camino”. Encuentro admirable, que se embarquen en esta aventura, solas y con su edad.


Me fijo en  un joven rapado al que pasamos, también nos ofrece una sonrisa de oreja a oreja, pero lo que ha reclamado mi atención en él, es su calzado. Lleva unas botas de montaña, más propias de nieve que de senderismo. Se nota que lo está pasando mal, en la forma en la que camina. Le pregunto de donde es, y me contesta que inglés. “All right”? …yes,yes. Good way!... le comento a Alicia, que me da mucha pena verlo en ese estado. No debe tener mas de 19 años y está haciendo el camino solo.

Doce del mediodía, hace mucho calor. Empezamos a notar un gran cansancio, que nos hace parar varias veces. Aprovechamos cada fuente que encontramos, para meter la cabeza en ella, yo empapo mi gorra para aliviar mi cabeza, y se seca enseguida. Nos hemos aplicado protector solar, porque el sol nos da por la espalda, nuca y la zona de los gemelos, donde ya hemos visto algunas quemaduras en gente no tan previsora.


Los dos último kilómetros antes de llegar a Pamplona, se han hecho eternos. Se pasa por Burlada, un municipio con casi 18.000 habitantes. Hay que ir esquivando todo el tiempo, a las personas que van por la calle , que a esa hora está muy concurrida.

Llegamos a Pamplona, atravesando un precioso puente, y viene una de las cosas que mas odia Alicia. Llegar a la meta, y tener que buscar donde está el albergue. Pamplona es una gran ciudad, así que hay que ir preguntando.

Nos alojamos en el albergue Hemingway, hemos tenido que caminar ,un kilómetro más para encontrarlo. Al verlo quedamos decepcionados. La bienvenida y el trato por parte de los recepcionistas ha sido magnífico. Son gente joven, pero lo que tenemos ante nuestros ojos, es muy distinto a lo que hemos visto en internet.  Habitación pequeñísima, todo muy apretado, da a un patio interior ,donde solo se ven sábanas tendidas. No hay aire acondicionado, ni ventilador, uno de los baños compartidos, tiene una cortina asquerosa, que tienta a abandonar la idea de ducharse  en ese lugar. Estamos demasiado cansados para pensar en ello...


Salimos a comer, un menú del peregrino. Hacemos la colada, antes de  acostarnos a  la siesta ,y por la tarde, aprovechamos para visitar la ciudad, antes de la misa. Alicia se queda enamorada de Pamplona. No para de decírmelo.

En la misa presento las necesidades de todos los que se han encomendado a nuestras oraciones. Hoy la ofrezco de forma especial, por un amigo al que le han detectado un cáncer. Al terminar la Eucaristía, Alicia me pide volver a pasear por las calles de Pamplona. La verdad es que también yo ,quedo encantado con sus calles y sus tabernas que me llaman poderosamente la atención. ¡Todo es muy caro! Hemos decidido que hoy cenamos bocata.


Volvemos a las 21 h. al albergue y  a las 22, intentamos dormirnos. Sentimos nuestros cuerpos apaleados.

10/9/12

Roncesvalles- Zubiri


8 agosto 2012

Alicia ha dormido toda la noche, por el contrario, yo no he pegado ojo. A las 5 de la mañana, veo asombrado, que los primero peregrinos del día, comienzan a caminar y me pregunto: “¿dónde van tan temprano, si no se ve nada?” …

La etapa de hoy, comprende desde Roncesvalles a Zubiri( 22 kilómetros ). El camino en Roncesvalles, empieza adentrándose en un bosque, de ahí mi sorpresa, ante el madrugón de algunos, al ver como se dirigen  hacia la oscuridad. Siento una necesidad imperiosa de imitarlos, pensando que con las linternas que llevamos, podremos caminar, así que impaciente, despierto a Alicia.

A las 6,30 h. salimos del Hostal, notamos que los nervios están en plena juerga y hacemos lo posible, para que ésta finalice. Ofrecemos a Dios el día, pedimos a la Virgen, San José y nuestros ángeles custodios que nos acompañen. Ante la primera flecha que nos indica, que debemos adentrarnos en el bosque, pido a mi hija que nos detengamos un instante. Me inclino, hasta besar el suelo, como símbolo de ponerme a disposición de Dios, en ese camino que me invita a recorrer, haré lo mismo, cuando lleguemos a Santiago. Noto la sorpresa reflejada en la cara de Alicia, pero ello me da pie, a explicar el simbolismo de ponerse de rodillas, ante el Creador y besar la tierra. Le hablo, de como Juan Pablo II, lo hacía en cada viaje que realizaba.


Entramos en el bosque, donde podemos caminar, gracias a las linternas que llevamos en la cabeza. Un buen rato de silencio, que me sirve para meditar, sobre las veces que en mi vida ,camino en la oscuridad y que gracias a una luz, la luz de la Fe, puedo seguir avanzando. Para relajar un poco la tensión, hago bromas con Alicia : “quien iba a decirte a ti, que caminarías por un bosque, en la oscuridad de la noche”, quiero meterme un poco con ella y le hablo de alguna película de terror que hemos visto. De las leyendas de brujas, que circulan sobre estos lugares… y me hace callar de inmediato. No puedo contener la risa…. Compruebo que soy el único que se ha atrevido a salir en manga corta, veo a los demás peregrinos abrigados, hace fresco, pero yo no tengo frío.


Empieza a clarear, y descubrimos un camino abovedado, por el gran follaje de los árboles, y casi sin darnos cuenta, descubrimos que ya hemos andado 3 km. Llegamos a Burgete, donde nos paramos en un bar a desayunar, unas tostadas de mantequilla con mermelada y un café con leche. Entran otros peregrinos y me suena la cara de uno de ellos, pero no logro situarlo. Lo comento con Alicia, quien incrédula, me hace abandonar la idea de indagar.

Llegados a Espinal, comienza una serie de subidas y bajadas resbaladizas, aunque el paisaje en esta etapa está siendo precioso. Pinos, abedules, hayas, el sonido de los pájaros, vacas, caballos, imposible no elevar una acción de gracias al Creador por todo lo que nuestros ojos ven. La sucesión de peregrinos es continua. Empezamos a descubrir el saludo que nos acompañará, cada vez que nos cruzamos con uno de ellos: “Buen Camino”.


Me admira encontrar a peregrinos en bicicleta, en algunos tramos,   el camino  les ofrece mucha dificultad. En Lintzoain (13 kms ya andados) nos encontramos con un trecho empinadísimo. Empiezo a notar el cansancio y la dureza de la etapa. Le pido a mi hija, que paremos en las subidas, me falta el aliento. Noto unos tirones en los muslos y una especie de calambres. Pienso: “Jolín, que poco voy a durar”… pero al seguir caminando, se me pasa.

A esta altura, comenzamos un propósito marcado para el camino, dejar escrito en algún lugar, el nombre de la persona por la que ese día rezamos. Hoy toca a Rosi, así que cogemos una piedra y reflejamos su nombre en ella.


El calor, se ha subido a nuestro carro. ¡Mucho calor…! Paramos diez minutos, que aprovechamos para comer unas nueces con pasas y beber un poco de líquido.Cuesta volver a cargar la mochila.

Retomamos el camino y me viene a la mente la Oración de Jesús: “Señor Jesús, ten misericordia de mí”. La invocación era repetida por los monjes de modo incansable, miles de veces al día. Esta devoción se convirtió en una de las prácticas de piedad más comunes en oriente. Me ayuda a recogerme y vivir en presencia de Dios. Tras un buen rato de silencio, le explico a Alicia , el origen de la oración de Jesús y le invito a que la haga durante el camino, pensando en todos aquellos que no conocen a Dios.

Tras pasar por  la ruinas de la venta del puerto, nos sorprende un descenso pedregoso, que se hace inacabable para mí. Me duelen mucho las piernas y los pies. El calor es agobiante,me dan ganas de tirarme al suelo y parar. Le pregunto a Alicia como está, y me manifiesta, su cansancio y dolor a modo de pinchazos en sus piernas. Por fin accedemos a Zubiri a través del puente de La Rabia, debajo, las aguas del río Arga. Son las 12.10 h. . Hemos tardado 5 horas 40 minutos.


Estamos tan agotados que decidimos pasar la noche en un Hostal. El albergue municipal, está  a tope. En cuanto nos instalamos, nos dirigimos al río, para refrescarnos los pies. Al comprobar la gelidez de su agua, desistimos tomar un baño. Los peregrinos jóvenes, más valientes se atreven, pero son pocos los minutos que aguantan dentro.


Entramos en una tienda a comprar víveres para prepararnos la comida y vuelvo a encontrarme con el peregrino, cuya cara me sonaba. ¡Ya está, descubro quién es! Un compañero de clase de mi infancia. Lo comento con Alicia y me dice que no puede ser. No aguanto más, así que me dirijo hacia él , y …. ¡ si, si, lo es.. y él se queda de piedra también… Una vez más hay que decir:“¡qué pequeño es el mundo!” Le acompaña su hijo y un amigo de éste, que son de la edad de Alicia, así que me alegro también por ella, porque ha encontrado unos amigos para el camino.

Nos vamos al hostal, a dormir una larga siesta. Antes hacemos la colada y nos duchamos. Al levantarnos, salimos a dar una vuelta por el pueblo. No hay nada que ver. Preguntamos el horario de misa, pero la Iglesia no abre. Tras la decepción, decidimos irnos al hostal y dedicarlo a descansar, escribir y leer. 


Nos hacemos unos bocadillos de jamón y aprovechamos ese momento de la cena, para repasar las anécdotas de la jornada. A las 22 horas decidimos irnos a dormir. ¡Estamos agotados!


2/9/12

En Roncesvalles


Siguiendo mi entrada anterior, me dispongo a narrar nuestra estancia en Roncesvalles. 

Tras una larga siesta, nos vamos a visitar el  municipio de Roncesvalles, con una población de 24 habitantes. Ambiente vacacional, en la villa. No se distinguen los peregrinos, de las familias que han venido a pasar el día, en este entorno tan bello. Vemos llegar a tres jóvenes peregrinos. Sus rostros reflejan un gran cansancio. Son las 18.00 horas, por lo que imagino, llegan de la etapa más dura de todo el camino y una de las más hermosas: Sant Jean-Pied-de-Port – Roncesvalles. Hay que estar muy preparado para realizarla, por eso la mayoría de peregrinos escogen  empezar la ruta, desde España. 


Nos dirigimos a la colegiata, donde se nos informa de que hay una visita guiada al museo, el precio de la entrada es de 6 euros. El guía merece una nota de sobresaliente. Ha hecho que el momento sea instructivo, ameno y muy interesante.

La exposición presenta una nutrida colección de tallas, lienzos, un libro antiguo manuscrito e impreso, así como diversas piezas de orfebrería, entre las que destacan el Evangeliario de plata románico, una Arqueta de plata dorada gótico-mudéjar del siglo XIII y el relicario conocido como Ajedrez de Carlomagno de mediados del siglo XIV. Joyas, como la esmeralda llamada de Miramamolín, trofeo ganado por el rey Sancho VIII el Fuerte en la batalla de las Navas de Tolosa de 1212, que hoy forma parte del escudo de Navarra. En la sección de pintura sobresale el Tríptico del Calvario, de la escuela de El Bosco y la Sagrada Familia de San Juanito, de Luis de Morales.

Desde el museo nos dirigimos a la iglesia de Santiago. Es una pequeña iglesia gótica del siglo XIII, situada junto al "Silo de Carlomagno".


El silo de Carlomagno es hoy el edificio más antiguo de Roncesvalles. Era aquí donde arrojaban a los peregrinos que morían en el hospital y también a los pobres de solemnidad que fallecían en el entorno. Debido a la dureza del cruce del Pirineo por los puertos de Ibañeta y Ortzantzurieta, cierto número de enfermos que hacían la ruta con la esperanza de sanarse quedaban postrados en el hospital hasta que morían. Así se explican los peculiares servicios de beneficencia que prestaban los hospitaleros de Orreaga.


"Si alguno fallece tendrá sepultura, cual mandan las leyes y está en la Escritura", animaba el poema de la Preciosa. En este texto escrito en el siglo XIII, además de anunciar los servicios prestados por los monjes ("en esta casa se lava los pies a los pobres, se les afeita la barba con navaja y se les corta el pelo".) se describen también las instalaciones del conjunto monumental de Roncesvalles, incluido el osario o templo funerario donde "hallaba descanso la humana envoltura" de los peregrinos. Según la leyenda están enterrados el propio caballero Roldan, paladín de los ejércitos de Carlomagno y los doce pares de Francia.

Acabada la visita, nos vamos de nuevo al hostal, aprovechamos para escribir. A las 19,30 h. nos dirigimos hacia la Iglesia de la Colegiata, para asistir a la misa del peregrino.  Antes nos unimos al rezo del Rosario que acaba de empezar.


La Eucaristía ha sido muy emotiva. La Iglesia se encontraba llena de gente. Al finalizar la misa, el celebrante, invita a todos los peregrinos a situarse delante del altar, para impartir la bendición del peregrino. La emoción me invade. Siento que el vello se me pone de punta. El sacerdote menciona el lugar de origen de todos los peregrinos que hoy inician su camino, y a continuación imparte la bendición en varios idiomas, algunos desconocidos para mí. Creo, que todos nos hemos sorprendido. 

"Oh Dios, que sacaste a tu siervo Abrahán de la ciudad de Ur de los caldeos, guardándolo en todas sus peregrinaciones, y que fuiste el guía del pueblo hebreo a través del desierto: te pedimos que te dignes guardar a estos siervos tuyos que, por amor de tu nombre, peregrinan a Compostela. Sé para ellos compañero en la marcha, guía en las encrucijadas, aliento en el cansancio, defensa en los peligros, albergue en el camino, sombra en el calor, luz en la oscuridad, consuelo en sus desalientos y firmeza en sus propósitos para que, por tu guía, lleguen incólumes al término de su camino y, enriquecidos de gracias y virtudes, vuelvan ilesos a sus casas, llenos de saludable y perenne alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor". 

-Que el Señor dirija vuestros pasos con su beneplácito y que sea vuestro compañero inseparable a lo largo del camino. -Amén. 
-Que la Virgen, Santa María de Roncesvalles, os dispense su maternal protección, os defienda en los peligros de alma y cuerpo, y bajo su manto merezcáis llegar incólumes al final de vuestra peregrinación. -Amén. 
-Que el Arcángel San Rafael os acompañe a lo largo del camino como acompañó a Tobías y aparte de vosotros toda incomodidad y contrariedad. -Amén. 
- Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, esté con todos vosotros. Amén 
Marchad en nombre de Cristo que es Camino y rezad por nosotros en Compostela.

Al finalizar salimos de nuevo hacia el hostal, para cenar. Nos ubican  en una mesa, donde hay dos sitios vacíos. En el rostro de Alicia, se refleja un gesto de contrariedad. No le ha hecho gracia, sentarse junto a desconocidos, pero… el camino tiene sus sorpresas.

Compartimos la mesa, con un americano, un alemán, un asturiano, y dos vascos. De nuevo la riqueza lingüística, se pone en funcionamiento. Me agrada comprobar que Alicia, se incorpora a la conversación con el americano, en un inglés fluido.Le ha encantado este encuentro.  La cena ha transcurrido en un ambiente alegre y enriquecedor.

Al terminar, subimos a nuestra habitación, para descansar. La emoción no quiere alejarse de nosotros, así que ya veremos si nos deja dormir.