18/11/12

5ª etapa


12 agosto 2012
Etapa :Estella – Los Arcos. Salida a las 5.30 - Llegada a las 10,45. Km. recorridos hoy: 20,1. Km totales: 108.84

Una vez más, ponemos el despertador a las 5 de la mañana, anhelando que el calor, no nos alcance. A las 5,30 salimos, del hostal. El pie derecho me duele, y comienzo la etapa un poco desanimado, ante esa molestia que no desaparece.

Las mochilas parecen pesar más que nunca. Alicia le ha costado mucho levantarse, y noto en su cara y en su silencio, que hoy se hubiese quedado descansando. Tengo un mal presentimiento y noto que me falta la ilusión de los otros días.

Es de noche aún. Al salir de Estella, entras en caminos donde no hay visibilidad. Tenemos que ponernos las linternas en la cabeza y caminar bajo su luz. Nos encontramos con dos chicas jóvenes y al pasarlas, solo intercambiamos el saludo habitual “Buen camino” también van en silencio. En un cruce, no divisamos la flecha que indica el camino, así que esperamos a las que hemos dejado atrás. Por fin vemos la flecha amarilla y continuamos.

Le pregunto a Alicia por sus ampollas y me dice que le duelen, pero que no me preocupe. Aprovecho para tomarme un voltarén, a ver si me baja un poco la inflamación que vi por la mañana en el pie.

Por fin encontramos una de las curiosidades que había visto por internet. Se trata de la “Fuente que mana vino”. Bodegas Irache ha construido en uno de sus muros que da al Camino de Santiago una Fuente de Vino para invitar al peregrino a un trago de este magnifico caldo. Este rincón del Camino de Santiago ya era conocido en el siglo XII como "Tierra de buen pan y optimo vino", según consta en el Codice Calixtino.


Aparece como punto de interés en muchas Guías del Camino de Santiago y en cientos de referencias en internet. Miles de personas de diferentes nacionalidades la han visitado por ser algo insólito en el Camino.

Pero mi gozo en un pozo, ya que era domingo y ese día, la fuente del vino, no ofrece ese deleite. Según nos contaron, los días festivos no hay nadie que vigile la fuente, ante algunos aprovechados que la utilizaban para llenar garrafas, para su consumo personal.¿Sería un presagio que acompañaba a mis malos presentimientos?....

Nuestro ritmo es rápido, el frescor de la mañana y la obsesión por ver a “Lorenzo” lo menos posible, nos empuja a ello. Nos olvidamos de nuestro dolor, por momentos, aunque el silencio sigue dominando. Interiormente, hago mis oraciones, y sigo meditando sobre aspectos de mi vida y mi fe.

Empiezo a preocuparme, porque Alicia, me hace parar frecuentemente, con la excusa de beber, pero veo que cada vez  que nos detenemos se toca los pies. A mí, estas paradas no me sientan bien. Cuando camino noto menos el dolor del pie.

En Azqueta , (7km después de Estella) Una nueva parada solicitada por Alicia; le propongo desayunar con un pan que compramos y una tableta de chocolate. Encontramos unos bancos, para sentarnos. Vemos pasar a un grupo de jóvenes, que han pasado la noche divirtiéndose y que se recogen en sus casas para dormir. El contraste de su cansancio y el nuestro, me interpela y esa reflexión me acompañará en los siguientes kilómetros.

De repente empiezan a salir gatos por todas partes. Muchos gatos, reclamando caricias y alimento. Alicia tiene fobia a ellos, y se levanta corriendo para irse al otro lado de la calle. No puedo evitar un ataque de risa y me meto un rato con ella. Ello, nos sirve para relajar un poco la tensión que llevamos.


La parada de veinte minutos, ha sido fatal para mí. El pie me duele muchísimo. La mochila me pesa , y noto como si llevara una piedra dentro del calzado. Tengo que pararme  de nuevo y comprobar que no se ha metido nada dentro de mi zapatilla. Al descalzarme, me toco la zona dolorida, y compruebo que el pinchazo, me lo produce el más mínimo roce  que contacta con ella. Decido ponerme un vendaje, pero me molesta aún más y tengo que quitármelo enseguida. Procuro no preocupar demasiado a Alicia, a quien noto muy ,muy callada.(continuará)

4/11/12

Sigue (Estella)


En el bar ya han cerrado la cocina, y dicen que solo sirven bocadillos, así que  resignados , aceptamos unos bocadillos de lomo. Habíamos soñado con un buen plato de patatas fritas, baicon y huevos … ohhhhhhh...

Nos sentimos agotados , se refleja en nuestro silencio. Es uno de los días más calurosos. La vuelta al hostal se hace penosa. El sol nos da de lleno, los pies están doloridos. Estamos deseando coger la cama y descansar. Dormimos una buena siesta de tres horas. El pie me duele cada vez más, casi no puedo apoyarlo. Me pongo una crema antiflamatoria y me lo vendo, pero no logro ver disminuido mi dolor.

Decidimos ir a misa. Es sábado, y no sabemos si el domingo, en nuestra siguiente etapa, encontraremos misas, así que preferimos asegurarla, aunque no nos apetece nada salir del hostal. La iglesia está a un kilómetro, nos encontramos por el pueblo a varios peregrinos conocidos, haciendo turismo.


No encontramos la iglesia, así que preguntamos a la primera persona que se cruza con nosotros. Es una señora, y se ofrece a acompañarnos. La Iglesia es muy bonita, dedicada a San Miguel. Una vez más, la consolación me es regalada desde lo alto. Me encanta estar allí en la iglesia, con su historia, sus imágenes, el pensamiento de tantos peregrinos que habrán pasado por ella, las miles de plegarias que allí se han depositado… realmente es un oasis a mi cansancio. Alicia, me acompaña resignada, noto que no se encuentra bien y que desearía estar descansando, pero no se queja. 

El sacerdote al finalizar la misa, invita a los peregrinos a acercarse al altar para impartirles la bendeción del peregrino. A mi me encanta cada vez que lo hacen. Llega a emocionarme y me produce un gran consuelo interior. 


Al terminar la misa, nos despistamos para volver al Hostal, así que durante quince minutos andamos perdidos, intentado buscar alguna referencia conocida. No nos bastan los kilómetros que andamos durante la jornada, tenemos fijación por seguir andando aún cuando no toca.

Nuestra cena va a ser muy ligera. Nos hemos ido a comprar embutidos y pan bimbo a un supermercado Dia, cerca del hostal.  Alicia no tiene mucha hambre. Recibe una llamada de teléfono de una amiga, que le alegra la jornada. Así que se va un rato a la calle (por la cobertura) a charlar con ella. ¿Un rato?... una hora de reloj y no sube, así que tengo que darle un toque para que lo deje.

Son las 21,30 h. yo ya no puedo más, el dolor del pie se me ha calmado, aunque me deja preocupado. Decidimos acostarnos pronto, para madrugar. Volvemos a mencionar el pánico a caminar con el sol encima de nosotros. Nos dormimos enseguida. Aguardamos el reto de la próxima etapa.